jueves, 1 de marzo de 2007

Menos de delitos, pero más graves

"Los adolescentes son el reflejo de la sociedad adulta", opina el presidente de la Asociación Castellano Leonesa de Psicología y Pedagogía, José Luis Casillas. Por este motivo, ante la pregunta de si son o no más violentos que en generaciones anteriores su respuesta es otro interrogante: "¿Es la sociedad actual más violenta?", y remite a los informativos de televisión, mientras asegura que existen estudios de sociología y antropología que manifiestan que los adolescentes de hoy no son significativamente más violentos que los de ayer. "Lo cierto es que los adolescentes se implican cada vez en menos hechos delictivos, pero éstos son más graves y se efectúan a menor edad", declara Javier Urra, quien fuera el primer Defensor del Menor en España. Las cifras que maneja este psicólogo de la Fiscalía de Menores de Madrid apuntan que nueve de cada diez delitos son cometidos por varones, aunque cada vez "las chicas son emocionalmente más duras".


Un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el Instituto de la Juventud (INJUVE), bajo el título "Prevención de la violencia y lucha contra la exclusión desde la adolescencia", denota que los chicos "presentan mayores niveles en agresividad física", si bien estos resultados no implican necesariamente que los adolescentes y preadolescentes varones masculinos sean más agresivos que las chicas de su edad, sino que unos y otras "canalizan y/o muestran su agresividad de formas diferentes".

En cuanto a las diferencias de clases, Urra asegura, con la perspectiva que le dan 25 años de profesión, que en este tiempo la tendencia en cuanto a la comisión de delitos es a igualarse, incluso a globalizarse. "Ya no hay diferencias entre el medio rural y el urbano, Internet llega a todas partes y quienes cometen delitos ya no son sólo los chicos procedentes de los niveles socioeconómicos más bajos", comenta.

También hay que contemplar una nueva realidad: la de los jóvenes inmigrantes. En la actualidad el 40% de los menores privados de libertad en Madrid son extranjeros, algo que no extraña a Javier Urra "teniendo en cuenta las dificultades que tienen para manejarse". Tal vez el reflejo en los medios de comunicación de esta problemática, que en las grandes ciudades se agrava con la lucha por territorios entre bandas rivales como los Latin Kings o Los Ñetas, sea lo que lleva a pensar que aumenta la violencia en general entre los adolescentes. De todos modos, Urra considera que la juventud es mayoritariamente solidaria, pacífica y estudiosa. "Lo que ocurre es que siempre se ha puesto la lupa sobre la adolescencia", subraya.

Violencia en adolescentes


Aspectos familiares, legales, académicos, psicológicos, individuales y sociales influyen en las actuaciones violentas de los más jóvenes. Las agresiones empañan las relaciones del 40% de los estudiantes y la mayor incidencia de violencia juvenil se registra en los cursos de 2º y 3º de la ESO. Estos datos revelan un grave problema en la actitud de muchos jóvenes cuya resolución precisa una actuación conjunta de padres, profesores y otros agentes sociales determinantes en su educación, como amigos, monitores y otros familiares. Es necesario concienciarse e identificar la naturaleza de los conflictos, incluso antes de que se presenten. Por ello los psicólogos recomiendan poner límites a los adolescentes desde su infancia.

Frecuencia y características en ambientes urbano y rural

con base en la experiencia de más de una década en la atención especializada del maltrato intrafamiliar y en la escasa frecuencia de casos observada en el ambiente rural, se propone iniciar un estudio que compare el medio urbano con el rural.
Material y métodos:
estudio analítico en población urbana y rural del Distrito Federal (DF). Se realizó una encuesta para obtener información básica sobre violencia doméstica y algunas variables familiares y sociales de 200 casas de las áreas seleccionadas. Esto a través de un cuestionario semies-tructurado, cuya aplicación estuvo precedida por acciones informativas, educativas y atención de casos.
Resultados: sobre la violencia intrafamiliar destaca que la población rural que desconocía el concepto era el doble de la urbana. Las tasas de agresión física, física y psicológica, y sexual fueron similares en ambas poblaciones. Sin embargo se advirtieron diferencias en las agresiones físicas y psicológicas: predominio del esposo en el urbano y de los padres de la pareja en el rural, 50% con más de 40 años de edad en este grupo y 100% con 39 o menos años en el urbano y mayor frecuencia de agresión bajo los efectos del alcohol y drogas en el rural.
Conclusiones:
la violencia doméstica en el medio rural muestra frecuencias parecidas a las del urbano, con características diferentes que requieren de una mayor investigación y, por lo tanto, de programas de atención y prevención con estrategias apropiadas

Violencia doméstica en familiares de pacientes con esquizofrenia

Caracterizar las expresiones de violencia doméstica en familiares de pacientes con esquizofrenia.
Método: estudio transversal, con una muestra secuencial de 41 sujetos (madres de pacientes con esquizofrenia). Se utilizó el cuestionario "Mujer violencia doméstica" (MVD).
Resultados: La violencia emocional fue observada en todas sus dimensiones: Expectativas abusivas, hostilidad; devaluación, intimidación y amenazas en el 74.5 al 50% del total de la muestra. La violencia física se manifestó en todas sus modalidades en más del 43%, alguna vez en la vida. La violencia sexual se observó en casi la mitad de las entrevistadas que eran forzadas a tener relaciones sexuales. Se observó también que la mayoría de las familias eran disfuncionales ya sea por funcionamiento pobre o por sobre-involucramiento entre sus miembros.
Conclusiones:
La violencia intrafamiliar se puede potencializar ante la presencia de un enfermo mental debido, por una parte a la manera en que los síntomas afectan las relaciones interpersonales y por otra, al desequilibrio entre los costos de la enfermedad y algunas creencias en donde la violencia puede aparecer como una forma de enfrentar la desilusión, el estigma y el rechazo. Se proponen algunas alternativas para la identificación y abordaje terapéutico de estas familia

Femicidio

Es un neologismo creado con la palabra femenino y la terminación -cidio (muerte, asesinato) y se refiere al asesinato masivo de mujeres. Representa una escala de la violencia de género o maltrato de mujeres. Está relacionado con el término genericidio creado por Mary Anne Warren en 1985 en su libro Gendercide: The Implications of Sex Selection [1] (Genericidio: las implicaciones de la selección por sexos). Mujeres entre los 15 y los 44 años tienen una mayor probabilidad de ser mutiladas o asesinadas de una forma u otra por hombres que de morir de cáncer, malaria, accidentes de tráfico o guerra combinados.

De acuerdo al Centro de Ginebra para el Control Democrático de las Fuerzas Armadas [2] (DCAF) entre 113 y 200 millones de mujeres "faltan" demográficamente. Esta brecha es el resultado de diversos mecanismos:

  • Aborto de los fetos de niñas basado en una selección deliberada.
  • Infanticidio en los países en los que se prefiere a niños.
  • Falta de comida y atención médica, que se desvía hacia los miembros masculinos de la familia
  • Los llamados "asesinatos de honor" y las muertes de dote.
  • Tráfico de mujeres
  • Violencia doméstica

Esto implica que cada año entre 1,5 y 3 millones de mujeres y niñas son víctimas de la violencia de género. La falta de cuidados médicos implica la muerte de 600.000 mujeres al año durante el parto [3].

El femicidio es usado para describir los asesinatos en Ciudad Juárez (Chihuahua México) y Ciudad de Guatemala (Guatemala), debido a que se puede considerar estas muertes como una forma de genocidio de mujeres. En ambos casos, la justicia local no está investigando los crímenes. La mayoría de las mujeres son violadas y algunas mutiladas, torturadas o incluso descuartizadas. En Ciudad de Guatemala un 20% de las más de 500 mujeres asesinadas en el 2004 y 2005 fueron asesinadas en pares, debido a una "relación íntima" de acuerdo con Claudia Acevedo de Lesbiradas.

También hay sospechas de que hay femicidio entre las mujeres indígenas canadienses. Quinientas mujeres aborígenes han sido declaradas como desaparecidas o han sido asesinadas desde 1980, un número desproporcionado si se tiene en cuenta lo reducido de la población indígena canadiense. Estudios sociológicos explican que estas mujeres son vistas como blanco fácil para la violencia porque su raza las sitúa en lo más bajo de la jerarquía social y económica. Muchas de las mujeres desaparecidas han sido descartadas como prostitutas y su desaparición no ha sido investigada. Uno de los factores que ha llevado la atención internacional a las mujeres de Canadá fue el asesinato de Helen Betty Osborne en 1971.

violencia frente al machismo

El machismo es el conjunto de actitudes y prácticas sexistas e impositivas del sexo masculino sobre el sexo femenino.

El machismo engloba un conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de actitudes discriminatorias y lesivas hacia las mujeres. Aunque hasta cierto grado no siempre existe acuerdo sobre si una determinada actitud o conducta constituye un ejemplo de machismo, debido a que diversas sociedades históricas conocidas han diferido en qué debe ser considerado o no machista.

Tradicionalmente el machismo ha estado asociado a la jerarquización y subordinación de los roles familiares en favor de la mayor comodidad y bienestar de los hombres. En ese sentido, se considera que es machista asignar el trabajo más reconocido o menos fatigoso para los hombres. También es parte del machismo el uso de algún tipo de violencia sistemática hacia las mujeres con el fin de mantener un control emocional o jerárquico sobre ellas. De hecho, el machismo es considerado como una forma de coacción no necesariamente física, sino psicológica, siendo esta forma de expresión protectora una discriminación, ya que se ven subestimadas las capacidades de las mujeres alegando una mayor debilidad.

El machismo es considerado una opresion hacia el sexo femenino.


Como reconocer la violencia


Situación de la víctima y el agresor

Muchos agresores y víctimas no se dan cuenta de que lo son. Por lo general la gente se oculta a sí misma que está en una relación de abuso doméstico. Es mucho más fácil engañarse que aceptar que el compañero no la quiere, ni valora, ni respeta y afrontar una situación de minusvalía económica y social.

En vez de preguntarnos "¿Estoy en una relación de abuso o violencia doméstica?", es más útil contestar preguntas específicas que puedan revelar nuestra verdadera situación.

SITUACIÓN DE VÍCTIMA

1. ¿Tiene miedo de su pareja?

2. ¿Siente a menudo que debe tener un tacto exquisito para evitar que su pareja se enfade?

3. ¿Alguna vez le ha pegado, abofeteado o empujado su pareja?

4. ¿A veces siente que merece un castigo?

5. ¿A veces se siente como si hubiera hecho algo malo pero no sabe qué?

6. ¿Ha perdido todo el respeto o amor por su pareja?

7. ¿Su pareja se comporta muy bien con usted la mayor parte del tiempo, pero de vez en cuando actúa con crueldad o perversión?

8. ¿Su pareja le pone en situaciones emocionales límite que le hacen pensar en la locura?

9. ¿Alguna vez se ha pensado en la liberación que supondría la muerte de su pareja?

10. ¿Alguna vez ha pensado que su pareja le va a matar?

11. ¿Alguna vez le ha dicho su pareja que le va a matar?

12. ¿Alguna vez le ha amenzado su pareja con el suicidio?

13. ¿Abusaron de usted en la infancia?

14. ¿Ha sido frozada por su pareja a hacer alguna cosa que no quería hacer?

15. ¿Ha perdido casi todas sus amistades desde que está con su pareja?

16. ¿Se siente aislada, como si no hubiera ningún sitio a dónde ir para pedir ayuda, ni nadie que le pudiera creer?

17. ¿Ha perdido algún trabajo a causa de su pareja?

18. ¿Se siente emocionalmente insensible?

19. ¿Se siente como si para el resto de la gente tuviera que fingir que todo va bien, aunque realmente no sea así?

20. ¿Tiene miedo de contarle a la gente lo que está ocurriendo en su vida, porque no quiere crearle problemas a su pareja o que vaya a la cárcel

Forma de violencia

Violencia contra los hijos de separados, a los que se aleja injustificadamente de su progenitor masculino de forma sistemática y arbitraria. Nadie ha podido ni podrá jamás aducir una razón válida que justifique ese alejamiento. Nadie podrá demostrar que la situación de semiorfandad resultante sea beneficiosa para el niño. Es una forma de violencia honda, sistemática, duradera en el tiempo, ejercida sobre los más débiles y que deja secuelas imborrables en sus víctimas. Es la quintaesencia del maltrato psicológico, por ensañarse con los más débiles e inocentes. Es una forma de violencia que vulnera un principio humano básico e irrenunciable: el derecho del niño a los cuidados y el afecto de sus dos progenitores.

Violencia contra el padre separado, a quien el vigente régimen de divorcio convierte, por razón de su sexo, en mero “visitante” ocasional de sus hijos y despoja de todo derecho y toda responsabilidad en su formación y educación, aunque con sujeción a todas las obligaciones de manutención. Al privar al padre del derecho a la convivencia y la relación afectiva con sus hijos, así como del derecho a intervenir en su educación y formación, se vulneran derechos humanos básicos e irrenunciables.

Violencia contra la familia extensa paterna, especialmente contra los abuelos que no conocen a sus nietos o los han podido ver en raras ocasiones

Violencia económica contra el padre separado, que sistemáticamente es expulsado de su hogar y pierde todo derecho real sobre él y sobre su contenido, aunque mantenga los derechos teóricos; se ve con frecuencia constreñido a pagar pensiones calculadas como porcentaje de sus ingresos, no en función de los gastos del niño, con lo que el sobrante puede ser elevado y constituir un beneficio ilícito para la madre; es con frecuencia obligado a pagar pensión compensatoria a una persona con quien mantiene una relación de odio, que le impide ver a sus hijos y le ha arrebatado cuanto tenía; en agravio comparativo con el padre casado, no puede dejar su trabajo o cambiarlo por otro más adaptado a sus preferencias si ello conlleva una pérdida de ingresos o un riesgo que pongan en peligro la satisfacción de las pensiones impuestas por los tribunales; y puede incurrir en pena de prisión si, por falta de recursos, no paga íntegramente esas pensiones.

Violencia económica contra la familia extensa paterna, ya que son frecuentes los casos de madres que, junto con la custodia de sus hijos, consiguen el disfrute del hogar familiar, con independencia de que en numerosas ocasiones el domicilio sea propiedad de sus suegros. Hasta casos reales ha habido en que la dueña del piso ha tenido que abandonar su domicilio junto con su hijo y cederle el disfrute a su nuera.

Violencia judicial y social resultante de falsas acusaciones, ya que las falsas acusaciones de malos tratos o de abusos sexuales se han convertido en el arma más eficaz para plantear una estrategia de divorcio demoledora frente al varón. En los casos de falsas acusaciones, es frecuente que se conculque el principio de presunción de inocencia y se impongan condenas sin más pruebas que la palabra de la acusadora. A su vez, esta violencia es generadora de nuevas formas de violencia contra los niños y el padre, ya que la primera medida cautelar que adoptan los tribunales en esos casos es el extrañamiento del padre y la prohibición de acercarse a sus hijos, con independencia de que más tarde (a veces, mucho más tarde) se demuestre la falsedad de la acusación. Asimismo, es frecuente que las acusaciones en falso queden impunes.

Síndrome de alineación parental, también llamado inculcación maliciosa, mediante la cual el progenitor que tiene la custodia de sus hijos predispone a estos contra el otro progenitor. Es una forma de violencia especialmente nociva, porque se ejerce sobre todo contra los niños de más corta edad. En algunos países está empezando utilizarse como pieza de convicción en los procesos de divorcio.

Violencia psicológica contra el padre separado, cuyos resultados más visibles son el alcoholismo, la depresión y el suicidio. En los países desarrollados, las tasas de suicidio de hombres se multiplican tras el divorcio. El gobierno australiano ha puesto recientemente en marcha un programa de prevención del suicidio entre los varones separados, ya que ha detectado tasas de suicidio seis veces superiores en este colectivo respecto de sus homólogos casados. Sin embargo, el divorcio no incide en las tasas de suicidio de la mujer.

La adaptabilidad en los niños


Aunque lo que les acontece en los primeros anos de vida es de gran importancia, muchos ninos son capaces de sobrellevarse los dolores y miedos de su vida temprana. Para los ninos quienes viven en una atmosfera de presion y violencia, la capacidad de formar relaciones y obtener de los demas lo que les falta a ellos en su propia familia y comunidad es de gran importancia en terminos de un desarrollo saludable.
Los miembros del personal de escuelas, guarderias y programas de recreo fisico pueden ser un recurso importante para los ninos. Ellos pueden ofrecerles otras perspectivas de si mismos, ademas de ensenarles las habilidades necesarias para tener exito en el mundo. Con tiempo, esfuerzo y destreza, estos profesionales pueden ofrecerles a los ninos una oportunidad para desafiar lo negativo y cambiar el rumbo de su vida hacia lo positivo.

Las diferencias personales y la elasticidad

No todos los ninos responden de manera igual a las situaciones dificiles; hay muchos factores que influyen en las capacidades de tolerar situaciones adversas como por ejemplo la edad, la reaccion de la familia ante la presion y el temperamento del nino. Los ninos menores tienen una tendencia mayor a rendirse ante la presion que los ninos de edad escolar o los adolescentes. Los ninos menores pueden ser protegidos de las fuerzas ajenas si los que los cuidan son fuertes, psicologicamente, y disponibles para ellos.

Los ninos que viven en un hogar estable, donde hay mucho apoyo emocional, tienen una probabilidad mayor de aprender a tolerar las situaciones contrarias en su vida porque tienen a su disposicion a seres adultos caritativos. Si los adultos estan dispuestos a escuchar a los ninos, especialmente cuando hablan de sus miedos, y ser fuentes de estabilidad para ellos, ellos podran tratar con sus propios problemas mucho mejor. Los ninos son mas flexibles si nacen con un temperamento moderado y estan de buena salud mental. Si tienen suficiente suerte de tener padres fuertes quienes pueden tolerar la presion de la pobreza y la violencia en la comunidad, los ninos tienen una probabilidad mayor de llegar a ser adultos felices y productivos (Garmezy y Rutter, 1983).

Violencia en los años escolares

Los ninos que crecen con la violencia estan expuestos, con frecuencia, a la posibilidad de un desarrollo emocional patologico. Segun la exposicion clasica de Erikson sobre el desarrollo individual, aprender a tenerle confianza a una persona es la tarea principal de los ninos durante el primer ano de vida. La confianza ofrece el fundamento necesario para el desarrollo futuro y crea la base para la confianza propia y el respeto a si mismo. La capacidad de una criatura de tenerle confianza a la gente depende de la capacidad de la familia de proveer un nivel de cuidado constante y de responder a las necesidades del nino en lo que es el carino y la estimulacion. Se compromete este nivel de cuidado cuando la familia de la criatura vive en una comunidad altamente afectada por la violencia y/o cuando teme por su seguridad fisica. Ademas, tal vez no se vean en condiciones los padres mismos de ofrecerle el cuidado necesario debido al hecho de que su energia emocional se pierde en sus esfuerzos por garantizar su seguridad (Halpern, 1991). Hasta las tareas de la rutina diaria como ir al trabajo, hacer las compras y cumplir con las citas medicas requieren mucha planificacion y esfuerzo adicional.

Cuando los ninos cumplen aproximadamente los dos anos, tienen un impulso interior de experimentar las habilidades recien adquiridas en la infancia, como por ejemplo caminar, saltar y trepar. Estas habilidades se practican mejor en los parques y las areas de recreo, no dentro de departamentos donde viven varias personas. Sin embargo, a los ninos que crecen en comunidades con un alto indice de criminalidad y mucha actividad pandillera, con frecuencia, no se les permite jugar afuera. Ellos, en cambio, se ven obligados a quedarse dentro de los espacios reducidos los cuales restringen sus actividades; asimismo, estas condiciones de vida obligan a los padres y otros miembros mayores de la familia a establecer restricciones adicionales a los ninos (Scheinfeld, 1983). Estas limitaciones, las cuales son dificiles de entender para los ninos, pueden ocasionar disrupciones en su relacion con el resto de su familia.

Durante los anos preescolares, los ninos se encuentran preparados para salir del ambito familiar para establecer nuevas relaciones y aprender mas sobre otras personas (Spock, 1988). Sin embargo, cuando ellos viven en comunidades plagadas por el peligro, a los ninos se les puede prohibir jugar afuera o hasta acompanar a los ninos mayores en las diligencias de la casa. Ademas, los ninos preescolares participan frecuentemente en programas de cuidado infantil en zonas donde la violencia predomina.

Violencia en los años preescolares

Los ninos que crecen con la violencia estan expuestos, con frecuencia, a la posibilidad de un desarrollo emocional patologico. Segun la exposicion clasica de Erikson sobre el desarrollo individual, aprender a tenerle confianza a una persona es la tarea principal de los ninos durante el primer ano de vida. La confianza ofrece el fundamento necesario para el desarrollo futuro y crea la base para la confianza propia y el respeto a si mismo. La capacidad de una criatura de tenerle confianza a la gente depende de la capacidad de la familia de proveer un nivel de cuidado constante y de responder a las necesidades del nino en lo que es el carino y la estimulacion. Se compromete este nivel de cuidado cuando la familia de la criatura vive en una comunidad altamente afectada por la violencia y/o cuando teme por su seguridad fisica. Ademas, tal vez no se vean en condiciones los padres mismos de ofrecerle el cuidado necesario debido al hecho de que su energia emocional se pierde en sus esfuerzos por garantizar su seguridad (Halpern, 1991). Hasta las tareas de la rutina diaria como ir al trabajo, hacer las compras y cumplir con las citas medicas requieren mucha planificacion y esfuerzo adicional.

Cuando los ninos cumplen aproximadamente los dos anos, tienen un impulso interior de experimentar las habilidades recien adquiridas en la infancia, como por ejemplo caminar, saltar y trepar. Estas habilidades se practican mejor en los parques y las areas de recreo, no dentro de departamentos donde viven varias personas. Sin embargo, a los ninos que crecen en comunidades con un alto indice de criminalidad y mucha actividad pandillera, con frecuencia, no se les permite jugar afuera. Ellos, en cambio, se ven obligados a quedarse dentro de los espacios reducidos los cuales restringen sus actividades; asimismo, estas condiciones de vida obligan a los padres y otros miembros mayores de la familia a establecer restricciones adicionales a los ninos (Scheinfeld, 1983). Estas limitaciones, las cuales son dificiles de entender para los ninos, pueden ocasionar disrupciones en su relacion con el resto de su familia.

Durante los anos preescolares, los ninos se encuentran preparados para salir del ambito familiar para establecer nuevas relaciones y aprender mas sobre otras personas (Spock, 1988). Sin embargo, cuando ellos viven en comunidades plagadas por el peligro, a los ninos se les puede prohibir jugar afuera o hasta acompanar a los ninos mayores en las diligencias de la casa. Ademas, los ninos preescolares participan frecuentemente en programas de cuidado infantil en zonas donde la violencia predomina.

Violencia psicológica

Es doméstica:

  • Domus en latín tenía un sentido amplio, no solo comprendía la casa, sino también la patria y la familia. La violencia doméstica es aquella que tiene lugar, por tanto, en el ámbito familiar, no solo entre las cuatro paredes de una casa; el término familiar habrá de entenderse también en sentido amplio. Normalmente se considera que la violencia doméstica se da entre adultos de una edad similar o de descendientes a ascendientes. La violencia hacia los niños suele denominarse abuso de menores.
  • Puede ser ejercida por el marido hacia su mujer o hijos, por un hijo/ -a hacia sus padres/ -es (asociado con frecuencia a la drogadicción, o padres ancianos). Puede denominarse así la ejercida por la esposa hacia el esposo, la existente en parejas homosexuales (de lesbianas y de gays), etc. No siempre se ejerce por el más fuerte física o económicamente dentro de la familia, siendo con frecuencia razones puramente psicológicas (véase síndrome de Estocolmo) las que impiden a la víctima defenderse.

Dada la complejidad y variedad del fenómeno es muy difícil conocer sus dimensiones globales. Sin embargo, al menos en sus variantes más graves (violencia física con resultado de lesiones o muerte), las estadísticas policiales y judiciales muestran que es mucho más frecuente que el agresor sea un hombre y la víctima una mujer (que es o ha sido su esposa, compañera sentimental, o novia).

Para referirse a este tipo de violencia doméstica más común existen expresiones como violencia sexista, violencia machista, violencia contra las mujeres, o violencia de género. Este último término es el preferido por grupos y asociaciones feministas, que a veces niegan la existencia de mujeres agresoras, y es también utilizado por la legislación española en la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. No obstante, es un término controvertido, ya que algunos lo consideran una mala traducción del inglés gender violence, y consideran que Género en castellano es sólo una clase gramatical, por la que las palabras pueden ser femeninas, masculinas o neutras. Sin embargo, en sociología y otras ciencias sociales se ha extendido el uso de la palabra género con otro significado diferente. Mientras el sexo se refiere a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, el género se refiere a las diferencias psicológicas, sociales y culturales. Por tanto, hablar de "violencia de género" implica subrayar que es una violencia derivada de la construcción social y cultural de la masculinidad y la feminidad.

En ocasiones se ha asociado al machismo o al matriarcado, aunque las motivaciones son con frecuencia económicas, sociales, o de otros tipos.

Violencia física

  • Violencia mental o emocional:
    • Amenazar a la víctima con actos de violencia física contra la víctima, uno mismo u otros, como los niños. Estas amenazas pueden ser explícitas y detalladas o bien vagas en contenido y plazo de tiempo.
    • Violencia verbal: amenazas, insultos...
    • Violencia no verbal: gestos, expresiones, posturas...
  • Abuso económico y social: controlar el dinero y otros recursos económicos de la víctima, impedir que pueda verse con amigos o familiares, sabotear sus relaciones sociales y aislarla de contactos sociales.

Diferentes formas de la violencia intrafamiliar


  • Física: Golpes, mordidas, patadas, empujones.
  • Sexual: Relaciones Forzadas, amenazas con intimidación.
  • Psicológicas: Eres tonta, gorda, no sirve, bruta.
  • Patrimoniales: Destrucción de los muebles, ropas, etc.
  • Es posible observar algunos signos en determinadas etapas de nuestra relación de pareja


    En el noviazgo

    Últimamente son frecuentes las noticias de mujeres heridas o golpeadas, inclusive muertas, por sus esposos. Las que han buscado ayuda han reconocido que desde la época de sus noviazgos aparecían detalles que al pasarlos por alto no les permitieron darse cuenta de lo que vendría después.

    Cuando uno se enamora suele ver todo "color de rosa". La figura de la otra persona aparece ante nuestros ojos como perfecta. Si le vemos algún pequeño defecto, corremos inmediatamente a buscar una justificación o lo vemos como un asunto pasajero.

    El excesivo control de nuestros actos

    Si él, por ejemplo, llama constantemente al trabajo o a la casa para saber qué está haciendo ella, se toma como un signo de amor y de preocupación hacia la mujer amada. Si se enoja porque llegamos 10 minutos tarde a la cita, lo atribuimos a un exceso de responsabilidad y puntualidad.

    Muchas veces no es hasta que se ha establecido el matrimonio que comenzamos a darnos cuenta quién es realmente la persona que tenemos al lado y nuestra primera sensación es la de habernos casado con un extraño al que hay que dar cuenta de todo, cumplir horarios severamente estrictos y que socava poco a poco nuestra capacidad de decidir y autoestima.

    Algunas frases comunes a las que generalmente no prestamos atención son: ¿a dónde vas?, ¿con quién?, ¿por qué?, ¿vas con esa ropa tan provocativa?, ¿a qué hora regresas?, ¿lo saben tus padres? ¿esa amiga yo la conozco?, ¿dónde vive? Y otras que nos parecen puro interés amatorio pero que luego se convierten en motivos de gran ansiedad por si casualidad la hora que dijimos se va a extender o si hubo improvisaciones de último momento que luego él no va a comprender y les va a otorgar otros significados.

    El afecto para ellos no es compartible

    La primera etapa pudiera decirse que transcurre fundamentalmente en ese tipo de control posesivo. Es importante observar cómo reaccionan ante el amor que podemos sentir hacia otras personas. A ellos les molesta en demasía el cariño hacia familiares, amigos e hijos. Los celos de este tipo prácticamente aparecen en todos los hombres violentos. Es por eso que el nacimiento de los hijos desemboca muchas veces en episodios violentos. Ellos sienten que ya no tienen todo el cariño, que el bebé se lleva la mayor parte, que están desatendidos y por lo general, son incapaces de manejar adecuadamente la situación.

    Desean todo nuestro tiempo, pensamientos y devociones para estar seguros de nuestro afecto. Por lo general son personas con baja autoestima que necesitan constantemente una reafirmación de nuestros sentimientos.

    ¿Conociste bien a su familia de origen?

    Es muy importante conocer a la familia del futuro esposo y cómo transcurrió su infancia. Los hombres violentos en su mayoría proceden de hogares donde eran comunes las discusiones, insultos, desvalorizaciones, roturas de objetos, golpes, etc. No todas las personas que tuvieron un hogar así son violentas, pero existen muchas posibilidades de que repitan el modelo familiar cuando establezcan sus propias familias.

    La violencia no siempre tiene que ver con los golpes. Las descalificaciones, desvalorizaciones e insultos son síntomas que indican la presencia del fenómeno. Frases comunes son: "Así no se hace eso", "Déjame a mí que tú no sabes", "Eres muy lenta", "Cállate, no seas tarada", "¿qué decís?, si de esto tú no sabes", etc.

    El dinero, otro aspecto de la violencia

    Otras formas de violencia tienen que ver con lo económico. En estos casos, el hombre mantiene el control del dinero, supervisa en qué cosa se gastó algo por mínimo que sea y la mujer tiene que pedir, a veces, hasta para compras muy pequeñas, como leche, bizcochos, etc.

    Cualquier tipo de manifestación de violencia puede convertirse en otra. A medida que avanza la relación, de los insultos se puede pasar a romper objetos, de eso a los golpes y si no hay una detención del problema se puede llegar hasta la muerte.

    Prevención e intervención en la dinámica de la violencia intrafamiliar

    La amenaza de ejercer violencia y su ejercicio al interior de la familia son conductas aprendidas y reforzadas por la violencia en los medios y en la sociedad y por la estructura tradicional de dominación en la familia. Con frecuencia aquellos que ejercen la violencia fueron víctimas u observadores de ella en sus familias de origen.

    Desde un punto de vista sistémico las complejas conductas disfuncionales que hay trás la denominada "violencia intrafamiliar" son manifestaciones de desordenes o implicaciones sistémicas que tienen su origen en dos tipos de eventos en la historia familiar de los perpetradores y de las victimas:

    • eventos acaecidos en la familia de origen de uno o de ambos miembros de la pareja que han quedado inconclusos. Ellos pueden haber tenido como protagonistas de injusticias, actos de violencia y/o culpabilidad no asumida, a personas de otras generaciones. Sus consecuencias se vienen repitiendo y seguirán repitiéndose a lo largo de muchas generaciones si los hechos acaecidos no son reconocidos y concluidos apropiadamente en el contexto del alma familiar.
    • eventos que han afectado el equilibrio en la relación de pareja o actos graves en los que se ha implicado uno o ambos y no han asumido responsablemente sus consecuencias o sus culpas. En estos casos la violencia intrafamiliar es una manifestación de desordenes asociados a otras conductas disfuncionales, como por ejemplo el incesto, los celos, el alcoholismo, destinos familiares difíciles tales como la discapacidad de un hijo, la homosexualidad no asumida..
    Un nuevo método psicoterapéutico, creado por el alemán Bert Hellinger, nos ha permitido observar estos eventos cargados de altos niveles de energía afectiva que han sido bloqueados y cómo se expresan a través de sentimientos o emociones sustitutas que resultan incomprensibles incluso para quién las manifiesta, y no se pueden resolver sin una mirada al sistema completo en que se ejercieron.

    Así, por ejemplo, si el dolor por actos de violencia perpetrados contra uno por un ser querido no es reconocido y sentido, éste nos lleva paradójicamente a la ceguera ante las propias conductas violentas; por el mismo mecanismo, la negación de una culpa no reconocida de otros miembros del sistema familiar y que no ha sido compensada apropiadamente, se expresa a través de actuar un papel de victima o de victimario de un descendiente a pesar de que éste no tuvo ninguna responsabilidad en los hechos negados o silenciados.

    En el enfoque ante la violencia se considera que las causas de esta conducta se hallan en el ámbito de la historia de los afectados y que su curación depende del reconocimiento de la necesidad de poner en orden algo en la psiquis o alma de la familia de origen y/o actual de uno o de ambos integrantes de la pareja.

    También es preciso dar herramientas para el manejo de conflictos a quienes ejercen la violencia, proveer a las victimas de habilidades para confrontar en forma apropiada a quienes los hacen objeto de su violencia y fijar límites y aprender a mantener el delicado equilibrio entre dar y recibir de lo bueno y lo malo en el intercambio conyugal.

    El trabajo con grupos en que participan miembros de familias, afectadas en diversos grados por el fenómeno de la violencia intrafamiliar, debe estar libre de juicios morales o éticos. Es necesario mirar a los individuos, incluidos a los perpetradores de la violencia, como a niños que obedecen los estándares válidos en su familia de origen. Si se desviaran de ellos, se sentirían culpables y no aceptados ya en su familia de origen. Es aún más difícil cuando esos estándares operan no sólo en la propia familia sino en otras del grupo de referencia de los concernidos. Entonces la presión por seguir esos estándares es aún mayor. Con este trasfondo se puede mirar a las familias de las victimas y los perpetradores de una manera más relajada y con el ánimo de comprenderlas. Así ambos pueden tener un lugar en el corazón del terapeuta y del grupo.

    También es preciso estar consciente de que la gente está identificada con perpetradores, entre sus antecesores, que fueron condenados sin reconocer que estaban implicados sistemicamente. Aquí cabe realizar ejercicios en que los perpetradores ya fallecidos y sus victimas encuentran paz al unirse en un pesar común, lo que facilita la ocurrencia de cambios significativos en las familias.

    Mitos acerca de la violencia intrafamiliar


    El problema de la violencia familiar está muy exagerado.

    El maltrato es la causa más común de lesiones o daño en la mujer, más aún que los accidentes automovilísticos, violaciones o robos combinados. Las secuelas de la violencia doméstica producen altísimos costos al estado y a la sociedad en general. La violencia física es la causa de un cuarto de todos los intentos de suicidio realizados por la mujer. El 50% de los hogares padece de alguna forma de violencia. Debido a la proyección estadística de la violencia Intrafamiliar se irá incrementando con el paso del tiempo si no hacemos algo para detenerla.

    Hombres y mujeres han peleado siempre; es natural.

    En cada familia o relación existen conflictos ocasionales o más o menos permanentes, pero no hay necesidad de resolverlos mediante la violencia. El maltrato es un crimen de abuso, poder y control. El golpeador habitualmente piensa que tiene el derecho de controlar a su pareja y/o niños por cualquier medio, aún a través de los golpes. La violencia no es una manera aceptable ni justificable para solucionar problemas, aún cuando sólo sea ocasionalmente.

    La violencia intrafamiliar es un problema de las clases sociales bajas y de las poblaciones marginales.

    La violencia intrafamiliar se produce en todas las clases sociales, sin distinción de factores sociales, raciales, económicos, educativos o religiosos. Las mujeres maltratadas de menores recursos económicos son más visibles debido a que buscan ayuda en las entidades estatales y figuran en las estadísticas. Suelen tener menores inhibiciones para hablar de este problema, al que consideran "normal". Las mujeres con mayores recursos buscan apoyo en el ámbito privado y no figuran en las estadísticas. Cuanto mayor es el nivel social y educativo de la víctima, sus dificultades para develar el problema son mayores, por diversas razones. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la carencia de recursos económicos y educativos son un factor de riesgo, ya que implican un mayor aislamiento social.

    El maltrato generalmente se produce una sola vez.. Debería ser un asunto familiar privado, no un crimen.

    El incidente de maltrato rara vez es un hecho aislado. En realidad el maltrato generalmente se produce como una escalada en frecuencia e intensidad, con el agravante de tener un comienzo insidioso (la víctima no lo nota al principio). La incidencia posterior de la violencia es menor cuando el golpeador es denunciado o arrestado, que cuando la policía separa a las partes o actúa como mediadora. Las mujeres maltratadas se merecen la protección que, además, es su derecho, del sistema judicial y policial y necesitan de los recursos que la comunidad puede brindar. La mayor parte de las mujeres que consulta lo hace después de haber padecido un promedio de 7 años de violencia doméstica.

    Si la mujer maltratada realmente quisiera, podría dejar a su abusador.

    Muchas mujeres dejan a sus parejas. Muchas mujeres que se divorcian por abuso eligen no hablar de la violencia. Sin embargo existen razones sociales, económicas, culturales, religiosas, legales y/o financieras que mantienen a las mujeres dentro de la relación. El miedo es otra de las razones que las hace permanecer en sus hogares. Los peores episodios de violencia suceden cuando intentan abandonar a su pareja. Los golpeadores tratan de evitar que las mujeres se vayan a través de amenazas de lastimarlas o matarlas, de lastimar o matar a sus hijos, de matarse ellos o de quedarse con la tenencia de los chicos.

    Las actitudes sociales, tales como la creencia de que el éxito del matrimonio es responsabilidad de la mujer y que las mujeres lastiman a sus hijos si los privan de su padre, sin importar cómo actúe él, mantienen a muchas mujeres dentro de la relación violenta. Además, las mujeres con chicos que abandonan el hogar tienen el 50% de posibilidades de verse económicamente perjudicadas y terminar viviendo por debajo de niveles de pobreza.

    No existe la violación conyugal.

    Por lo menos una quinta parte de las mujeres maltratadas son forzadas a mantener relaciones sexuales durante el episodio de violencia o inmediatamente después. De la misma manera son forzadas a realizar actos sexuales indeseados.

    El embarazo detendrá la violencia.

    Frecuentemente hay un aumento de la violencia durante el embarazo y muchas veces el primer episodio de violencia física se produce durante el embarazo. Generalmente los golpes se dirigen especialmente al vientre de la mujer, produciéndole un aborto o complicaciones en el embarazo.

    Muchas jóvenes inician una relación con un hombre violento al quedar embarazadas.

    Los chicos no se dan cuenta de que su madre es golpeada, por lo cual no son afectados.

    Al menos en la mitad de los hogares en los que la madre es maltratada, también lo son los niños. También pueden ser lastimados por la violencia en contra de su madre, a través de objetos voladores, o mientras están en sus brazos. Aún cuando los niños sólo sean testigos de la violencia contra la madre, las consecuencias para su salud y su supervivencia son graves. Frecuentemente son ellos quienes instan a la madre a abandonar la relación violenta o quienes se interponen entre los padres para proteger a la madre.

    Los varones tienen más posibilidades de convertirse en violentos cuando crecen. Las niñas aprenden que la sociedad acepta la violencia hacia las mujeres.

    Los niños que viven en hogares violentos se sienten asustados y confundidos. Están en un alto riesgo de experimentar problemas de conducta, aprendizaje, problemas físicos relacionados con el stress y problemas de adicción. Los niños aprenden mientras observan y ven que la violencia funciona (se consigue lo que se busca) especialmente si se utiliza contra alguien menos poderoso. Aprenden que está bien solucionar problemas y controlar a los demás mediante la violencia, especialmente cuando no hay ninguna intervención que frene la violencia.

    Las mujeres maltratadas son masoquistas y locas, provocan y disfrutan del maltrato.

    Las mujeres no provocan ni merecen el maltrato. Merecen una vida libre de violencia. De la misma manera que sucede con la violación, se hace el intento de acusar a la víctima del comportamiento del atacante. Los golpeadores comúnmente echan la culpa de su comportamiento a frustraciones menores, al abuso de alcohol o drogas o a lo que su pareja pudo haber dicho o hecho. La violencia, sin embargo, es su propia elección. No conocen maneras no violentas de manejar su enojo.

    Las reacciones de la mujer maltratada frente a la violencia son normales y necesarias para sobrevivir, dadas las circunstancias. Ella no está loca ni disfruta del maltrato. Generalmente lo que siente es miedo, impotencia, debilidad y vergüenza. Sigue ilusionada en que su pareja va a cambiar. El muestra remordimientos o promete que va a cambiar.

    Los hombres que maltratan a sus mujeres están enfermos y no son responsables por sus acciones.

    El maltrato es un comportamiento aprendido de las experiencias de la infancia y de los mensajes sociales justificando la violencia contra las mujeres. Los hombres que maltratan a sus mujeres o a sus hijos son, por lo general, sumamente seductores y agradables. También son excelentes vecinos y cumplidores en el trabajo. Si realmente estuvieran enfermos serían violentos no sólo dentro del hogar, sino también fuera de él. Pocos de ellos presentan alguna patología, sólo un 10% de los casos. Los golpeadores no están fuera de control y acusan a sus parejas de provocarla. Este mito permite justificar la violencia, evitando que la sociedad sancione el maltrato.

    La violencia familiar es provocada por el alcohol y las drogas.

    El alcohol y las drogas son factores de riesgo, ya que reducen los umbrales de inhibición, pero no producen la violencia. La combinación de modos violentos para la resolución de conflictos con adicciones o alcoholismo suele aumentar el grado de violencia y su frecuencia. Muchos golpeadores no abusan ni de las drogas ni del alcohol y muchos abusadores de drogas o alcohol no son violentos. Son dos problemas separados que deben ser tratados por separado.

    Los violentos no cambian.

    Los hombres que golpean pueden aprender a ser responsables de su propio comportamiento y pueden aprender modos no violentos de actuar o comunicarse. Obviamente, los cambios sólo se producirán si el violento toma conciencia de su problema y desea solucionarlo.

    Una vez que se detienen los golpes, todo va a estar bien.

    El abuso psíquico, emocional y sexual generalmente son anteriores a los golpes y continúan aún cuando éstos se hayan detenido. Estos comportamientos también deben cesar para poder comenzar el proceso de reparación. Las mujeres maltratadas sienten miedo, ansiedad, indefensión, ira y vergüenza. Se desarrolla una muy pobre autoestima debido a los constantes insultos y desvalorización de su pareja. Habitualmente es aislada por su pareja y ha perdido contacto con amigos y familia. Suele estar asustada de ser culpabilizada por ellos de la violencia. El soporte de amigos, familiares y la comunidad son necesarios para reconocer sus fuerzas y para creer que ella es una buena persona que merece una vida libre de violencia. La recuperación de la violencia es un proceso que puede llevar un tiempo muy largo.

    La violencia emocional produce secuelas tan severas que muchas veces se diagnostican psicopatologías graves como consecuencia del maltrato.

    La violencia doméstica sólo es un problema familiar.

    Es un crimen contra la sociedad agravado por el vínculo, de la misma manera que lo es la violencia entre extraños,. Problemas sociales como el alcoholismo, las adicciones, la delincuencia juvenil, el suicidio y la fuga de hogar aumentan cuando hay violencia en el hogar. Las empresas pierden billones de dólares al año debido al ausentismo y la baja productividad resultante de la violencia intrafamiliar. Los costos médicos producidos por violencia intrafamiliar ascienden a millones de pesos. Las comunidades gastan millones de pesos al año en intervenciones a través de los programas de asistencia y prevención de la violencia.

    Todos los que están involucrados en la violencia están enfermos y necesitan ayuda

    Hasta que no se conozcan los hechos, ninguno de ellos la recibirá. No se les hace ningún favor a los miembros de una familia que está en estas circunstancias al ayudarle a mantener este horrible secreto. Se les debe motivar a obtener ayuda de un sacerdote o pastor y/o un psicólogo.

    El continuar permitiendo este tipo de abuso tiene graves consecuencias sobre todo para los niños, muchas de las cuales sólo se manifestarán pasados muchos años. A veces los niños se convierten en victimarios y las niñas en víctimas igual que su mamá. Los niños que crecen en hogares violentos tienen una gran probabilidad de ser criminales en el futuro.

    Muchas mujeres han intentado de diversas maneras evitar las situaciones de violencia, ya sea modificando conductas propias, a través de separaciones temporales, recurriendo a distintos profesionales e inclusive a los sistemas de seguridad y justicia, sin lograr cambios. Sumemos la presión social fundada en mitos como "algo habrá hecho", "la mujer buena tiene que sacrificarse por la familia", "los celos son una manifestación de amor" y tendremos a una mujer muy confundida, convencida de que nada de lo que haga podrá modificar la situación.

    Recuerde que la violencia familiar es un proceso cíclico y que, a medida que pasa el tiempo, los ciclos de tranquilidad se reducen en duración, en tanto los episodios van aumentando en intensidad y frecuencia. La duración de este ciclo, que pocas veces es percibido por la víctima, es un indicador valioso.

    También es importante tener en cuenta factores circunstanciales o permanentes, que tiendan a aumentar los niveles de stress del abusador y/o a reducir sus umbrales de inhibición (falta de trabajo, problemas de adicción, salud, etc.)

    ¿ Por qué permanecen mucho tiempo las mujeres en una relación abusiva?

    Las víctimas del maltrato verbal muchas veces piensan que éste no es lo suficientemente grave como para tratar de hacer algo para impedirlo. Algunas temen que no les creerán si denuncian al abusador, pues a menudo éste goza de una buena imagen pública. Las que están siendo golpeadas tienen miedo a las represalias por parte del agresor ya que a menudo éste amenaza con matarla. Otras temen enfrentar la vida solas o simplemente no tienen los medios para hacerlo. A veces alguien que la víctima respeta le dice que debe permanecer en esa relación abusiva "por el bien de sus hijos". En el caso de la mujer del alcohólico o drogadicto, ella es una codependiente de su esposo o "compañero" y la codependencia es una enfermedad emocional que requiere tratamiento de un psicólogo o psiquiatra. Todas estas mujeres tienen en común una baja autoestima y una incapacidad para poner límites porque vienen arrastrando problemas emocionales desde su niñez. A menudo la raíz de la violencia doméstica tanto para las víctimas como para sus victimarios, es el vacío afectivo. O sea, la falta de amor y atención en su niñez.

    En los hogares disfuncionales en los cuales un cónyuge maltrata al otro, es común el maltrato a los niños. Constituye violencia no sólo el darles fuertes golpes, sino también gritarles, menospreciarlos, castigarlos excesivamente o negarles la atención, la aceptación y el amor que son tan imprescindibles para su desarrollo emocional y social. También es un acto de violencia en el caso de los padres divorciados, el hablar mal del ex-cónyuge delante de los hijos o utilizarlos para hacerle daño al otro.

    Lamentablemente, cuando una mujer está siendo víctima de cualquier tipo de violencia por parte de su esposo o "compañero", está tan enfrascada en defenderse que a menudo no puede darse cuenta del daño que también están sufriendo sus hijos. A veces permite hasta los maltratos físicos o verbales a éstos por parte del padre o padrastro, porque se siente incapaz de detenerlos ni siquiera en lo que respecta a sí misma.

    Los casos de violencia doméstica o intrafamiliar abundan. Es algo que puede sucederle y en verdad a veces les sucede a personas que se consideran religiosas, porque se trata de una enfermedad psicológica que debe ser tratada.

    ¿ Qué constituye violencia?

    ¿Es simplemente darle golpes a una persona? También la violencia psicología nos ha dado una nueva visión del ser humano y de sus necesidades psicológicas. Ahora sabemos que hay otro tipo de violencia que también hace daño a las personas: la violencia psicológica o verbal.

    Destruir la autoestima de una persona sistemáticamente mediante críticas, desprecios, abandono o insultos; también son formas de violencia. No cabe duda de que a veces los golpes al espíritu son mucho más dañinos que los golpes al cuerpo y dejan heridas más profundas. Las víctimas de este tipo de violencia por lo general continúan sufriendo calladamente y por eso no reciben la ayuda que tanto necesitan. Una persona golpeada en su cuerpo puede mostrar las heridas y recibir ayuda. Sin embargo, la que es golpeada sistemáticamente en su psiquis, en su espíritu, no tiene heridas físicas que mostrar al mundo para poder pedir ayuda. Como este tipo de abuso o violencia doméstica ocurre mayormente en la privacidad del hogar, generalmente pasa desapercibido, a veces durante muchos años. Por añadidura, generalmente la violencia verbal o psicológica precede a la física.

    Cuando a la mujer se le coacciona para que aborte (lo cual constituye violencia también contra una criatura inocente que no ha nacido), utilice peligrosos anticonceptivos y abortivos o se practique la dañina esterelización; todos estos también constituyen actos de violencia.

    ¿ Qué pasa con las víctimas de la violencia familiar


    Muchas siguen sufriendo hasta quedar completamente destruidas física, psicológica y moralmente. Otras acusan a sus agresores ante la policía, que muchas veces no toma debidas cartas en el asunto. Y ocurre, además, lo que no quisiéramos que ocurriera: La víctima también se vuelve violenta.

    Entendemos que las personas que sufren hambre endémica se subleven y hasta se alcen en armas. ¿Por qué no entendemos que una mujer pisoteada, escarnecida, degradada en lo más íntimo de su ser pueda explotar y volverse violenta? Eso, aunque no se justifique, se explica.

    El porqué de la violencia doméstica

    Primero hay una raíz cultural histórica. Durante mucho tiempo nuestra sociedad ha sido muy machista, el hombre ha creído que tiene el derecho primario a controlar, a disciplinar con severidad, incluso a abusar de la vida de la mujer y de los hijos. Eso ha sucedido bajo la apariencia del rol económico del hombre, proveedor de la alimentación.

    No crea que en EE.UU.. no se golpea a la mujer. El padre americano, en tiempos de la colonia, tenía derecho hasta de matar al hijo cuando no le obedecía.

    Otra causa es la cultura actual. La gente se tira de los pelos. ¿Por qué pasa esto? El modelo presente de nuestra sociedad está reforzando el uso de la fuerza para resolver los problemas. Por eso el abusador usa la fuerza física, para mantener el poder y el control sobre la mujer, porque ha aprendido que la violencia es efectiva para obtener ese fin de control y como ellos no han sufrido las consecuencias, las mujeres se han callado.

    La violencia doméstica ocurre en todos los niveles de la sociedad, no solamente en las familias pobres. En las familias ricas sucede lo mismo. Lo que pasa es que una mujer a quien le dieron una paliza, si tiene dinero, se va tranquilamente a una clínica privada y aquí no ha pasado nada. Las que son pobres tienen que ir al hospital y allí los médicos dicen: "A esta mujer la han golpeado" y la policía se encarga de eso.

    Entre blancos, negros, amarillos, católicos, judíos, protestantes y evangélicos; entre todos, existe la violencia doméstica. Pero no por ser protestantes o católicos, sino, por no ser como deben ser.

    Otra causa de este problema son los medios de comunicación. En la televisión la violencia es glorificada, los estereotipos que nos presentan son de violencia sexual. Cuando un marido por la fuerza tiene relaciones sexuales con su esposa, eso se llama violencia sexual, porque la mujer también tiene derecho a decir que no. Si a una mujer, como yo oigo todos los días, se le insulta, se le veja, se le dice barbaridades, no se le habla y solamente se la utiliza para tener relaciones sexuales con ella; ¿Cómo va a querer estar con su marido? Tiene el derecho a decir que no, todo el derecho del mundo.

    En muchos casos, también la violencia doméstica está íntimamente relacionada con el alcohol y las drogas. ¿Qué sucede cuando una persona consume drogas o se emborracha? En esta parte del cerebro tenemos los centros vitales, comunes con los animales y allí está el centro de la agresividad o del instinto agresivo. Todos los hombres y las mujeres lo tenemos. Pero en la persona normal, esos centros se comunican con la parte consciente del hombre, lo cual diferencia al hombre del animal.

    Cuando uno toma alcohol o usa cualquier droga, estos centros quedan como un barco sin timón. Y ¿Qué le pasa a un barco sin timón? Pues se estrella contra las rocas. Sobre todo la agresividad, el instinto sexual, quedan sin control. Entonces viene el golpear a la mujer y a los hijos bajo el efecto del alcohol y el abusar de la mujer sexualmente. El 50 % de los casos (que se conocen) de abuso sexual entre los hijos, es entre personas alcohólicas o adictas, porque surge el animal que hay dentro de nosotros mismo, en España.

    Los recuerdos, los valores, los consejos, cuando uno usa o abusa del alcohol o drogas, no funcionan y viene la violencia doméstica.

    A pesar de la llamada "liberación femenina" (que en realidad muchas veces ha llevado a la mujer a mayor esclavitud), todavía hay hombres que consideran a esposa e hijos como objetos de su propiedad. Por eso se creen con el derecho a descargar sobre ellos su frustración o malhumor maltratándolos a su antojo.

    Como los hijos imitan a padres, se da con frecuencia que quienes en la niñez fueron testigos de abusos físicos entre sus padres, repiten la misma conducta cuando llegan al estado adulto. Aprendieron que los problemas y conflictos se afrontan con la fuerza bruta.

    Ese aprendizaje negativo se arraiga tanto que muchas veces pasa de generación en generación. Si a esto se añade la "glorificación" de la violencia en los medios de comunicación, podemos entender el por qué muchos seres humanos recurren a la violencia, a veces con una frialdad que asusta más que el mismo acto violento.

    La experiencia enseña que muchos de los abusadores familiares parecen "mosquitas muertas"; pasan por personas educadas y suaves, pero en el fondo son individuos celosos con una pobre imagen de sí mismos y que viven en un mundo irreal. Si a esas personas les da por tomarse unos tragos de más, cosa frecuente, la explosión violenta será mucho mayor.

    ¿ Por qué se mantiene la mujer en esta relación?

    La persona abusada se vuelve codependiente de su marido (el agresor), aún después de ser golpeada. Es frecuente escuchar esta frase: "Es que yo lo quiero tanto". Personas que llevan años soportando golpes dicen: "Yo no me separo porque lo quiero". Es imposible querer a una persona que te está tratando como si fueras un animal, eso es depender de esa persona.

    Otro motivo por el cual algunas mujeres no se separan de este problema de codependencia, es que las anima la familia y lamentablemente la Iglesia, a permanecer con el abusador. Sobre todo la familia les aconseja que mantengan esa relación por "el bien de tus hijos". "¿Cómo vas a dejar a tus hijos sin padre?", les dicen.

    ¿Qué es mejor, tener un padre que golpea a su madre y que luego golpeará a sus hijos, o no tener padre? Se les hace mucho más daño a los hijos cuando ven que su padre golpea a su madre. Para los niños pequeños la madre es la base de toda su vida, la base de su afectividad, la base de su seguridad. Si una madre es golpeada, sus hijos se derrumban afectivamente. Es mucho mejor separase. Yo no estoy a favor del divorcio, pero la separación es, a veces, menos dañina.

    A veces las mujeres no se separan y sufren en silencio por miedo a perder su seguridad económica y la de sus hijos. Esto sucede sobre todo en la mujer que no tiene educación.

    Otras veces no se separan debido a las amenazas de más violencia o de muerte, si intentan separarse. "Si le dices algo a la policía te mato".

    Cuando se pregunta a algunas mujeres por qué aguantaron maltrato durante años, la respuesta más común es ésta: "Por mis hijos; no quería que se criaran sin un padre". Parece una respuesta válida, pero si la analizamos profundamente descubrimos su inconsistencia. Sucede que en una situación de violencia los hijos también sufren. El crecimiento en una atmósfera de miedo, tensión y terror influirá negativamente en su desarrollo emocional y más tarde se manifestará en el abandono escolar, en el uso de drogas, en desórdenes psicológicos y en violencia y delincuencia.

    En muchos casos influye el factor económico. Soportan cuanta vejación venga con tal de no perder la seguridad económica para sí y sus hijos. Se trata generalmente de mujeres con poca preparación académica, conscientes de que sin el marido no podrían vivir cómodamente.

    Lo peor es que la mujer repetidamente abusada se destruye psicológicamente. Su yo, su identidad individual. Eso la incapacita para tomar las decisiones correctas. Cae en la ambivalencia efectiva ("¡Qué bueno es él cuando no me golpea!"); su autoestima queda por los suelos hasta creer ella misma que merece tales insultos y golpes.

    Cuando una persona cae a ese nivel, su capacidad de decisión queda prácticamente anulada, porque el principio vital está herido de muerte. Si a una persona así aplastada se le amenaza con un "Si me denuncias, te mato", se sentirá paralizada. Quizás en un último intento de supervivencia reaccione, pero usando las mismas armas que a ella la han destruido.

    El amor no debe doler. El amor implica confianza, protección, respeto a los gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al crecimiento emocional y espiritual. Consiste en compartir la vida con alegría, dialogar sobre las diferencias y preferencias, y respetar la integridad física, moral y espiritual de la persona amada.

    Las mujeres que aguantan una relación abusiva indefinidamente acaban perdiendo su salud física y menta, se enferman, toda la familia termina enferma. Las mujeres en situaciones abusivas pierden su autoestima. No saben protegerse, ni se dan cuenta del peligro que corren.